Acerca de meditar en las alturas

Filo Noroccidental - Peña de Bernal

Filo Noroccidental - Peña de Bernal

Uno no conoce sus límites hasta que los supera, de improviso o teniendo toda la intención. En mi caso es frecuente que sea de manera inesperada. No es que no crea en mis habilidades o en mi fortaleza, la razón es que prefiero practicar millones de veces hasta dominar lo que me propongo. Tal es el caso con la escalada deportiva, antes de aventurarme a terrenos desconocidos a través de la practica recurro a la teoría. De esta forma me aseguro de que cuento con toda la información necesaria para subir enigmáticas paredes verticales.

Así también comenzó mi practica de meditación zazen, antes de comprar un zafu[1] y un zabuton[2] donde me pudiera sentar y entrar en trance, comencé a leer un libro titulado Zen Training: Methods and Philosophy del japonés Katsuki Sekida. Comencé con su lectura y de manera simultánea intentaba meditar. Mi práctica diaria tuvo una fuerte influencia en mi vida diaria, no sé cómo ponerlo en palabras con exactitud, pero me sentí más limpia, más transparente en el momento de actuar, y también, de pensar.  Creo que es importante mencionar mi acercamiento a la meditación porque es algo que me ha funcionado en el deporte y sobre todo en la escalada.

Sin procesos no hay cimas.

 

Hasta hace poco jamás pensé que escalaría más de sesenta metros, y no es porque padezca de vértigo ni de pánico a las alturas. Este miedo se lo atribuyo más a mi ansiedad y a mi constante obsesión al futuro. Antes de ponerme el arnés, ponerme los zapatos y atarme a la cuerda ya estoy pensando en la cima, en el momento de tranquilidad que supondrá encontrarme “a salvo”. Este comportamiento es uno de los grandes males de nuestros tiempos, queremos saltarnos los procesos y disfrutar de los resultados, de los vítores, del reconocimiento.

Hace unos días subí mi primer multi-largo en la Peña de Bernal y abracé, con todo el sentido de la palabra, todo el proceso de ascender hasta la cima y descender de ésta a salvo. Esta hazaña personal se la atribuyo al impulso que me dio mi compañero de ruta y también a mis conocimientos sobre meditación, sin éstos no hubiera sido capaz de subir con mis pies y mis manos cientos de metros de manera despreocupada. Más tarde, estando en la comodidad de mi casa comencé a preguntarme cómo fui capaz de completar esta meta.

La mente tiene dos caras.

La mente puede ser nuestra mejor amiga o nuestra peor enemiga, todo depende del rol que le demos, y cómo deportistas esta aseveración cobra aún más fuerza.

Según un estudio realizado por el Journal of Human Performance in Extreme Environments[3], la fortaleza mental puede llegar a impulsar el rendimiento físico en ciertos deportes de alto riesgo tales como la escalada en roca. De acuerdo con esta investigación los escaladores profesionales muestran una gran habilidad para controlar la mente, hecho que les permite mantenerse en su apogeo y permanecer en el presente, incluso estando en condiciones de estrés y ansiedad. En la meditación a este estado de concentración absoluta se le conoce como samadhi.

El Samadhi es un estado de conciencia meditativa, en donde la mente se encuentra quieta y a su vez completamente consciente del aquí y del ahora. Muchos escaladores han alcanzado este estado de iluminación pero tal vez el más representativo y el que lo demuestra en cada uno de sus ascensos es Alex Honnold, quien escala rutas de gran dificultad sin ayuda de equipo ni cuerda para sostener sus caídas. Los logros de Honnold se deben en gran medida a un control extremo de la mente y una concentración de hierro.

En muchos deportes, si no es que en todos, la mente es el factor más importante para alcanzar el triunfo, sea éste una medalla, el pase a una final o incluso la conquista de una cima. A través de la meditación uno puede aprender a controlar la mente, así como a escoger qué pensamientos permanecen y qué otros pasan sin afectar nuestro humor o rendimiento.

Recientemente, Dalia Ojeda –escaladora profesional– acaba de escalar su primer multi-largo en Monserrat, Cataluña. Concuerdo con ella en que hay algo adictivo en escalar multi-largos, no sé cuándo ni dónde subiré el próximo pero siento una gran motivación de hacerlo nuevamente. El día que lo haga sé que volveré a sentir un miedo voraz, sentiré la tentación de rendirme y buscar la comodidad que ofrece el suelo sólido o un zafu acolchonado. Sin embargo, también sabré que me bastarán tres respiraciones profundas para tranquilizar mi mente y continuar con mi hazaña.

Yo en mi primer Multi-largo.

Yo en mi primer Multi-largo.

La mente es el trono de la voluntad
— Gurumayi Chidvilasananda

 

[1] Es un cojín redondo en donde uno se sienta a meditar.

[2] Colchoneta que se coloca debajo del zafu.

[3] http://docs.lib.purdue.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1061&context=jhpee

 

Breve ensayo sobre la felicidad

Perdiendo el arte de perderse